Bilbao, en el norte de España, es mundialmente conocida por el Museo Guggenheim, pero basta con perderse por sus calles para darse cuenta de que es mucho más que un destino de arte contemporáneo. Hay una fuerza silenciosa en sus paisajes industriales reconvertidos, una calidez inesperada entre sus montañas y ríos, y una identidad vasca que se mezcla con lo moderno sin perder autenticidad.
Eso sí, llegar por primera vez puede ser un pequeño desafío. Al principio, me vi frente a la máquina del metro sin saber qué botón pulsar, terminé pidiendo solo entrantes pensando que era un menú completo, y el euskera en los carteles me desorientó más de una vez. Incluso un domingo me quedé sin comer por no saber que todo cerraba a mediodía. Con el tiempo, fui aprendiendo cada pequeño detalle que hace más fácil moverse, comer y comunicarse en la ciudad. Y es justo ese tipo de aprendizajes el que marca la diferencia entre una visita apresurada y una experiencia realmente memorable.
1. Entender el transporte: cómo no perderse en Bilbao
1.1. El metro está bien, ¿pero quién entiende los nombres?
El Metro de Bilbao es el sistema de transporte más moderno de la ciudad: limpio, puntual y seguro, conectando zonas como el centro y la costa. Fue diseñado por el famoso arquitecto Norman Foster, y sus entradas de vidrio curvado parecen sacadas de una película futurista.
Pero hay un problema: los nombres de las estaciones están en euskera. Por ejemplo, si quieres ir al Casco Viejo, en el mapa verás «Zazpikaleak». Son el mismo sitio, pero ¿cómo saberlo? Por eso te recomiendo:
- Descarga Google Maps y el plano oficial bilingüe del metro;
- Revisa siempre el nombre de las estaciones en ambos idiomas antes de subir;
- No dependas únicamente de los anuncios por altavoz: se hacen en euskera y castellano muy rápido.
Puedes comprar billetes sencillos (desde 1,70 €) o usar la Barik (tarjeta recargable). Esta última es la mejor opción si piensas usar metro, autobuses y tranvías, y puedes compartirla con otros.
1.2. Autobuses y tranvía: lentos pero panorámicos
El Bilbobus y el tranvía de Euskotren son ideales si no tienes prisa. El tranvía, en particular, va desde Atxuri hasta el estadio San Mamés, pasando por el ayuntamiento, el Guggenheim y la ría: es mi línea panorámica favorita.
Algunos consejos:
- Puedes comprar el billete en el tranvía o al subir al bus, pero sólo dan cambio si pagas con menos de 10 €;
- El tranvía es lento, ideal para sacar fotos y relajarte;
- No esperes puntualidad suiza en el bus, sobre todo en hora punta.
1.3. A pie y en bici: la mejor forma de explorar
El centro de Bilbao es compacto, perfecto para recorrerlo caminando. Desde el Casco Viejo hasta Abandoibarra o desde el Mercado de la Ribera hasta el norte por la ría, se puede andar tranquilamente en una o dos horas.
También puedes usar una bici pública de Bilbaobizi. Hay muchos puntos de recogida, solo necesitas una Barik o registrarte en la app. Eso sí, respeta las normas de circulación y modera la velocidad en las zonas peatonales junto al río.

2. Comer no es solo comer: claves de la cultura gastronómica
2.1. ¡Pintxos no es lo mismo que Tapas!
Los pintxos son la joya gastronómica del País Vasco: pequeñas delicias sobre pan, sujetas con palillos, que combinan sabores intensos en miniatura. En los bares de Bilbao son los protagonistas indiscutibles, exhibidos en la barra como pequeñas obras de arte comestible. Puedes encontrar desde los clásicos de jamón con pimiento hasta creaciones más modernas con foie o bacalao al pil-pil.
Pero cuidado: los pintxos no son una comida completa. Yo lo aprendí por las malas. Moría de hambre, entré en un bar popular y agarré varios pintxos, pero después de 7 u 8, seguía con hambre y la cuenta pasaba los 10 €. Luego descubrí que los locales los toman con txakoli (vino blanco) o zurito (cerveza pequeña), como acompañamiento social, mientras charlan de pie en la barra.
Si quieres comer de verdad, busca sitios con el cartel “Menú del día” o “Comida casera”. Suelen ofrecer entrada, plato principal, postre o café por 12-18 €, muy frecuentados por trabajadores locales. Además, suelen tener comida caliente recién hecha y un ambiente tranquilo ideal para descansar un rato, especialmente si vienes de un paseo largo por el centro o el paseo del Nervión.
2.2. Horarios de comida: si te los saltas, pasas hambre
En Bilbao, como en muchas partes de España, los horarios de comida están muy marcados y respetados. El almuerzo (comida principal del día) se sirve generalmente entre las 13:30 y las 15:30, mientras que la cena empieza a partir de las 20:00 y se extiende hasta las 22:30 o más tarde, sobre todo en fines de semana. Durante las “horas muertas” entre comidas, muchos restaurantes cierran sus cocinas, aunque las luces del local sigan encendidas y haya clientes tomando algo.
Si sales a buscar restaurante entre las 15:30 y las 20:00, seguramente lo encuentres cerrado o te digan que solo sirven bebidas o pintxos fríos. Esto puede ser frustrante si no estás preparado. A mí me pasó más de una vez: callejeando con hambre a media tarde, sin encontrar ni un plato caliente disponible.
Mis recomendaciones:
- Come antes de las 14:00 para asegurar sitio, especialmente en lugares populares donde se llena rápido;
- Por la tarde, puedes picar algo en un bar de pintxos para calmar el apetito, sin esperar una comida completa;
- Si no, recurre a cafeterías, panaderías o supermercados donde suelen tener bocadillos, empanadas o ensaladas listas para llevar.
Además, ten siempre algo de efectivo contigo: algunos bares tradicionales, especialmente los más auténticos o pequeños, no aceptan tarjeta de crédito. Llevar billetes pequeños o monedas puede salvarte de más de un apuro.
3. Euskera ≠ Español: pero comunicarse es más fácil de lo que parece
3.1. El euskera es genial, pero no necesitas dominarlo
Bilbao es capital del País Vasco, donde el euskera es idioma oficial junto con el castellano. Verás carteles bilingües por todos lados, pero el euskera es tan distinto que ni siquiera pertenece a la familia de lenguas romances.
Intenté leer nombres como “Euskal Museoa”, “Zazpikaleak” o “Kale Nagusia” con pronunciación castellana y no me entendía nadie. Pero no te preocupes: la mayoría de la gente habla español, y los jóvenes entienden algo de inglés.
Aprende unas frases básicas en español como:
- “Una cerveza, por favor.”
- “¿Dónde está el baño?”
- “¿Tiene menú del día?”
Verás que, con una sonrisa y un poco de esfuerzo, la gente siempre te ayuda.
3.2. Gente amable pero reservada
Comparados con los andaluces, los bilbaínos son más discretos. Pero son educados y amables. Una vez, en una taberna, intentaba pedir pulpo a la gallega en mi mal español, cuando un señor local se ofreció a traducirme y acabó invitándome a un txakoli. ¡Inolvidable!
4. El ritmo de vida en Bilbao: adaptarse a su “lentitud”
4.1. Los domingos la ciudad duerme
Mi mayor choque cultural fue descubrir que los domingos casi todo está cerrado: tiendas, supermercados y muchos restaurantes. Varias veces terminé comiendo sopa instantánea del hotel porque no había otra opción. El silencio de las calles me sorprendía: una ciudad vibrante de lunes a sábado parecía detenerse por completo.
Consejos:
- Haz tus compras y salidas gastronómicas entre lunes y sábado;
- El domingo, aprovecha para visitar museos, iglesias, parques o mercados como el de La Ribera, que aunque tranquilo, conserva un encanto especial;
- Lleva contigo snacks o fruta por si acaso, especialmente si viajas con niños o tienes horarios de comida fijos.
Tomarte el domingo con calma es también una forma de comprender cómo los bilbaínos valoran el descanso y la vida familiar.

4.2. La ciudad “despierta” por la tarde
En Bilbao, la vida empieza realmente al atardecer. Las tabernas se llenan, la gente charla en las calles, bebiendo vino o cerveza y compartiendo pintxos. Ríen, cantan, viven. La atmósfera se transforma: de una ciudad reservada a una comunidad abierta y animada.
Si sales muy temprano, la ciudad te parecerá apagada. Muchos cafés abren tarde y las tiendas no tienen prisa en levantar sus persianas. Pero si tienes paciencia, al caer el sol descubrirás el verdadero corazón bilbaíno: ese momento en que las luces cálidas iluminan las fachadas y los bares se convierten en puntos de encuentro.
No te pierdas ese paseo al atardecer por la ría, cuando todo se tiñe de dorado y parece que Bilbao te abraza en silencio.
5. Consejos finales: detalles que marcan la diferencia
- Explora los callejones: En el Casco Viejo hay auténticos tesoros escondidos: bares, talleres artesanales y tiendas únicas. No tengas miedo de perderte entre calles como Somera o Tendería; lo inesperado suele ser lo más auténtico.
- Taxis escasos: Usa apps como “PideTaxi” o “Free Now” para reservar con antelación, especialmente en horas pico o si sales tarde de una cena.
- Lluvia frecuente: Lleva paraguas, especialmente en otoño e invierno. Un chubasquero ligero también es buena opción para explorar sin preocupaciones.
- Conciencia ecológica: Respeta la separación de residuos, es muy importante aquí. Encontrarás papeleras diferenciadas en muchos espacios públicos; incluso en bares se clasifican botellas y latas.
- Horarios de museos: El Guggenheim cierra los lunes; el Museo de Bellas Artes, los martes. Consulta antes de ir para no llevarte sorpresas, y aprovecha los días de entrada gratuita si los hay.
Lo que Bilbao me enseñó
Mi estancia en Bilbao fue un viaje de adaptación, aprendizaje y sorpresas. No tiene el bullicio de Madrid ni la ostentación de Barcelona, pero posee una serenidad y fuerza interior que atrapan. Me enseñó a frenar el ritmo, a escuchar la música del euskera, a saborear lo diferente y a perderme en sus callejuelas tranquilas.